23 de mayo de 2006

POKEHOMBRES

¿Recuerdan los dibujitos Pokémon? Estaban quienes los seguían religiosamente y los que los ligaban de rebote por algún infante en la familia, que venía ansioso a mostrar a esos pseudo animales simpáticos, que eran incontables y te mareaban con tantos nombres extraños.

Brevemente explicaré, como para orientar a los que no tienen idea de lo que estoy escribiendo, cómo funcionan los pokemones para luego llegar a la analogía que voy a tratar en el post que nos convoca: Los Pokémones son cientos de especies diferentes de “animalitos” que se caracterizan por tener diferentes aptitudes, y que a medida que alcanzan metas, previo entrenamiento, evolucionan en una especie superior. Ahora sí, con nuestra cuota de manga – animé cubierta, pasemos a lo que realmente importa.

A medida que pasa la vida, que vamos experimentando citas y citas, y además recolectamos experiencias de nuestras pares, llegamos a un punto en que creamos ciertos perfiles de muchachos que pueden tocarnos en un futuro encuentro. Así surge este compendio de los Pokehombres, que al igual que los Pokémones, son un centenar de especies que con un poco de “entrenamiento” pueden evolucionar a algo mejor.

BAGAYO. Sí, no es Tom Cruise, es un cuco, pero le pone tantas pilas… Justamente porque sabe que no es un potrazo no le quedó más remedio que resaltar todas sus bondades, y a vos te encanta. El tema es cuando se va el enamoramiento inicial y lo empezás a mirar detenidamente. A algunas no les importa, a otras les pesa y terminan mandándolo a volar.

CHAMUYERO. Si hay algo que destacar de los chamuyeros es su alto contenido de creatividad. Inventan las historias más fantásticas que puedas imaginar para justificar sus actos. El problema es que te das cuenta que miente, entonces sólo te limitás a escucharlo y asentir la sarta de pavadas que dice, mientras pensás “cuándo se dará cuenta este salame que no son creíbles sus palabras”. También están los chamuyeros encubiertos, que están tan entrenados en el arte de la mentira que la hacen muy veraz; esos sí son peligrosos.

DESPISTADO. Esta especie es una de las peores, porque roza el desinterés. No te llama seguido, su vida es un caos de horarios, se olvida las fechas importantes, te cuelga en una salida porque se olvidó que tenía otra cosa que hacer y para rematar es impuntual. Inicialmente parece que no le importás, pero con el tiempo te das cuenta que con los demás es cien veces peor. El inconveniente con el despistado es que si sos una mujer muy metódica puede enloquecerte hasta la médula y hacer que vivas un calvario.

DON JUAN. Sabés por tus amigos o conocidos que tuvo quinientas mil minas, o él mismo se encarga de comunicártelo y de agregar que quiere recomponer su vida con UNA (¿?) sola mujer. Tiene calculados todos los rituales de la seducción para garantizarse que vas a caer rendida a sus pies, y aunque sabés internamente que está repitiendo una fórmula con vos, es tan efectivo que terminás cayendo. Pero llega un momento en que la vida te cachetea, y por fin podés zafar de sus redes, el tema es que no sea demasiado tarde.

EGÓLATRA. Yo, yo y yo. Habla toda la salida de él, de lo capo que es, de sus logros, de sus metas, de sus ambiciones y de cómo te pasa el trapo en todos los ámbitos. Te tiene seca, lo dejás que hable como un loro y no ves la hora de irte a tu casa porque en el tiempo que duró la salida no pudiste meter un bocadillo. Eso sí, cuando necesita tomar un vaso de agua para aplacar la sequedad de su garganta (de tanto hablar), te deja emitir algunas palabras a modo de “entretiempo”.

EXPRESIVO. Habla a morir y te dice todo lo que se le pasa por la cabeza. No mide ni una de sus palabras, pasando de ser espontáneo a desubicado. Si hace un tiempito que salen, rápidamente te dice que te quiere, que vayan a los yuyos, que tu ropa interior es un fiasco o que está buena, deja abierta la puerta del baño; y si le das un poco más de confianza empieza a eructar y tirarse vientos delante tuyo. Lo negativo es cuando, además de estos “detalles”, habla demasiado y actúa poco. Lo positivo es que, si te bancás todo lo anterior, te hace sentir bien porque te dice si estás linda, te expresa todo lo que te quiere, y no está tan mal ¿no?.

LÁPIDA. A veces te gustaría picarlo con una ramita a ver si vive, porque se queda inerte, casi no habla y te mira con cara de perro mientras hacés el monólogo de tu vida. La primera vez pensaste que no le gustaste, pero el tipo te sigue llamando; y si volviste a salir, comprobás que él es así de amargo. Es como si fuera un muñeco de cera, inanimado, que le sacás las cosas con tirabuzón. Pero así es feliz, vos complementás ese lado expresivo que él no tiene, y con eso le basta. Hay que ver si a vos te rinde ese sistema…

MACHISTA. No quiere que la mujer trabaje, y lo primero que te pregunta es si sabés cocinar y querés tener hijos. Ama de casa a pleno para él, mujer sumisa y relegada a las tareas domésticas es lo que quiere, y no le importa comunicártelo porque sabe bien hacia donde va y a quién necesita a su lado. Te dice que el sexo femenino es frágil e ingenuo, sí, en tu cara, y te redime a lo mínimo por tu condición de mujer. Por lo menos es sincero, peor sería que lo descubras una vez que puso el anillo y firmó la libreta.

MAMERO. “Nadie se atreva, a tocar a mi vieja”… Obviamente vive con mamá, y si no lo hace, la visita a menudo, porque ella le cocina, le lava la ropita, todavía le compra los calzones, le revisa el placard, sabe todo sobre ustedes y lo llama al celular para saber a qué hora vuelve para ver si prepara la cena o si se la deja en la heladera. La traslada de acá para allá, y si ya están en pareja, la incluye en los proyectos como si fuese un integrante más. Finalmente si no corta el cordón umbilical, vos terminás cortándolo a él, tres es multitud.

NARCISO / METRO – HOMO SEXUAL (¿?). Te asombra el buen gusto que tiene para vestirse, que sabe de moda más que vos, que va al shopping, que se compra cremas corporales carísimas, que van por plena Av. Alvear y estampa la ñata contra la vidriera de “Ermenegildo Zegna”. Tiene el pelo divino, conoce todos los lugares de onda, su auto está pulcro. Pierde horas y horas en arreglarse, y te preguntás ¿Qué onda este tipo, será macho o qué?. Es un gran misterio… sólo el tiempo lo dirá.

PAPURRI. Está bárbaro, seamos sinceras. No podés creer cómo tanta belleza se concentra en una sola persona y lo peor es que él lo sabe, y las que están a su alrededor también… Salís con él, te hace sentir un bagre porque él está buenísimo, y por más que te tires todo el placard encima y te hagas chapa y pintura, no es suficiente para estar a su altura. Las mujeres lo ven pasar y se dislocan el cuello de tanto mirarlo, si vas a un restaurant con camareras el servicio es rapidísimo e insistente. En definitiva lo terminás dejando, porque tanta hermosura te opaca demasiado y los celos te enferman.

SOCIAL / ANTISOCIAL. Las dos caras reunidas en un mismo párrafo, porque son totalmente lo opuesto. El social habla con todo el mundo, apenas conoce a tus amigos ya están como chanchos, a todos le cae bien, es colaborador, se ríe con todos, tu familia lo adora y vos estás feliz; pero ojo, lo hace en todos los ámbitos, entonces te gustaría que con algunas chicas sea un poco “menos social”. Y el antisocial es todo lo contrario, se queda callado, sentado a un costado, la mayoría de las veces con cara de perro que expresa “cuándo nos vamos”; y vos la estás pasando de maravillas y no sabés que hacer con ese clavo. Y tus amigos y familiares no lo pueden ni ver, porque es tan retraído, tan amargo y no saluda a nadie; un gancho.

ROMÁNTICO EMPALAGOSO. Es bien cursi, demasiado para tu gusto. Te regala flores, te escribe poemas, cuando no te los recita en vivo y en directo. Te canta al oído boleros de Manzanero, crea atmósferas propicias para el romance, te lleva a lugares especiales y te mira a los ojos con cara de enamoradísimo total. Y vos, que sos más terrenal, que de tanto azúcar te va agarrar diabetes, ya estás podrida de tanta cursilería y pensás ¿Cuándo dejará este papa frita de recitar poesía e irá a los postres? Nada nos viene bien…

TACAÑO. Qué escabroso el tema de las finanzas… pero lamentablemente está y hay que hablar de él. Antiguamente el caballero se hacía cargo de toda salida que hacía con la dama, pero ahora, en estos tiempos modernos en que la mujer gana su salario, las cosas cambiaron. Y resulta que el tipo gana bien, es más, te refriega en la cara lo adinerado que es, pero a la hora de ponerse, vos, con tu sueldo devaluado y devastado por el machismo y la crisis, terminás pagando más que él, y si te descuidás el pibe ni siquiera deja propina. Y está su contrapartida, el tipo que se pasa en generosidad, que no te deja tocar tu billetera, que sabés que no gana fortuna, y que tiene mil obligaciones monetarias, pero igual se pone, y no tendría por qué hacerlo.

Estas clasificaciones no son privativas, tranquilamente se pueden dar combinaciones (algo que con los pokemones no pasa), pero siempre prevalece un tipo. Y sí, las generalizaciones no son buenas, pero si los hombres lo hacen con nosotras, ¿Por qué no darnos la licencia, esta vez, de hacerlo nosotras con ellos?

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