18 de septiembre de 2008

MARIDO VIRTUAL

Con el paso del tiempo las relaciones se fueron reconfigurando, ya no están las presiones que padecieron generaciones anteriores y una puede vivir el amor más libremente. Si bien este es un beneficio que muchas mujeres disfrutamos con alegría, muchas veces nos hace distorsionar la realidad.

Podemos hablar de la globalización, del ser humano moderno egoísta y solitario, y demás elementos presentes en diversas teorías sociológicas. Si algo caracteriza a las personas en este último tiempo es la falta de compromiso en todos los ámbitos de la vida, y eso se trasmite también a las relaciones amorosas. Han disminuido la cantidad de parejas que apuestan al matrimonio, ya casi es una rareza que los casamientos se formalicen como mínimo sin una convivencia previa; mientras, los casos de divorcio aumentan. Se cree cada vez menos en el “hasta que la muerte nos separe”.

Por eso, el post de hoy se refiere a aquellas mujeres que indiscriminadamente denominan “marido” a su concubino, o lo que es peor, al padre de su hijo no buscado quien forzosamente tiene que hacerse cargo de la nueva situación.

Las mujeres tendemos a justificar a los hombres, quizás para no aceptar que la realidad es muy diferente a nuestros sueños, por eso hacemos cosas como llamar “marido” a nuestro concubino, cuando él lo único que hace es compartir el techo con la mujer que ama y ya, sin más historias que eso. Probablemente el hombre aclaró los tantos, pero la concubina parece no aceptar su situación y arma el teatro del marido virtual, esperando el momento de la proposición de casamiento que nunca llega.

Es hora de que llamemos las cosas por su nombre, marido es el hombre con el que se contrae matrimonio, no hay marido sin casamiento y libreta, esto es así nos guste o no. Es como si a mi hermano le digo abuelo. NO!, mi hermano es hermano porque ciertas condiciones hacen que se llame así y no de otra forma. Lo mismo ocurre con los maridos.



Ilustraré con algunas situaciones el mal empleo del término:

LA DEL PARACAÍDAS: Cierta mujer viajaba sentada en un trasporte público luciendo su panza de pocos meses de embarazo y hablaba con una amiga sobre sus nuevas vivencias de futura madre. En medio de la charla regodeó con la siguiente frase: “… y resulta que mi novio… (piensa mientras se toca la panza) en realidad ahora que esperamos el bebé debería llamarlo marido...” (mientras sonreía triunfante). Esa chica se merecería que la amiga le aclarara que aunque le llenaron la cocina de humo, igualmente el padre va a continuar siendo su novio hasta que ponga el anillo y firme la libreta.

LA DELGADA LÍNEA DEL CONCUBINATO: Fuera de los casos de embarazos premeditados o no, muchas mujeres creen que el hecho de vivir bajo el mismo techo con su pareja, mágicamente lo convierte en marido. Y andan como locas diciendo una y otra vez “mi marido esto y lo otro", cuando no hay papel legal que indique tal vínculo. Suena al vil engaño de algunos potenciales profesionales que sin recibirse ya se autodenominan Doctor, Ingeniero o Licenciado.

BABY BOOM: Otra situación que también se da es la de las parejas que tienen hijos sin formalizar la unión conyugal. Como en el caso de la chica del transporte público, varias mujeres tienden a llamar “marido” al padre del retoñito, como si automaticamente la gestación incluyera un certificado de matrimonio. Consultando a los seudo maridos por qué no se casan, enumeran infinidad de excusas para escaparle al compromiso. Es más, admiten que un hijo los va a unir para toda la vida con esa mujer aunque el amor de desvanezca, pero alegan que no es necesario rotular la relación y que el casamiento trae sólo problemas. Entonces, como ellos prefieren ahorrarse el "estres" de casarse, dejan al pequeño niño como un bastardo. Si ya hay convivencia e hijos en común, si estás empezando una familia ¿Cuál es la diferencia?, ¿Tan traumante es firmar la libreta? Y aclaro que esta referencia no tiene nada que ver con las condiciones económicas del otro, ya que actualmente existen los contratos prenupciales para atajarse de los ventajeros/as.

REIVINDICACIÓN DEL GATICO: No faltan tampoco esas mujeres de "procedencia dudosa" que enganchan a un pobre perejil que cumpla el papel de novio abnegado y lo llaman "marido", como para darse ellas un poco más de jerarquía y tener alguien que las espere con la cama calentita. Por supuesto, siempre encuentran alguna manera de retomar sus hábitos nocturnos, y de hacerse las locas con los buitres que andan deambulando por ahí meneando su vaso de wisky.

En todos los casos, deberíamos llamar las cosas por su nombre y dejar los disfraces, las mentiras tarde o temprano hacen agua. ¿Por qué la mujer se engaña? Al llamar "marido" al concubino nos convertimos en ese hombre mentiroso y fanfarrón que detestamos. Seamos realistas y aceptemos el vínculo que tenemos con el otro. Terminemos con la era del marido virtual.

24 de febrero de 2008

FLOWER POWER

Los 60´s reviven, de una u otra forma se hacen presentes en nuestras vidas, el “hippie chic” que le dicen, pero parece que no sólo es una cuestión de moda, sino también de amor.

En realidad, desearías que este sentimiento exagerado de libertad, del “amor y paz” sin límites ni tabúes, sólo sea parte de la historia. Sentís una amarga incomodidad porque te tocó un tipo con filosofía de vida hippona, que se va por ahí con su furgoneta psicodélica a vivir la vida, sin preocupaciones, a disfrutar de su libertad sin las presiones de Nixon (o sea vos).

Como todavía no aprendiste a descifrarlo, lo dejás ser, pensando que algún día él hará lo mismo con vos y se dignará a dar señales de vida y a tenerte un poco de consideración; pero los días transcurren y no pasa nada. Se da a la fuga y de repente aparece como si hubieran pasado sólo unos instantes desde la última vez en que uno supo del otro. Pero resulta que fueron días, y cuando te llama o lo ves te dice “Te noto rara” y vos pensás “Y claro, imbécil, si hace días que no se de vos, no te importa si vivo o si me pisó una tanqueta.” Pero le decís “No, nada, te habrá parecido (hijo de una gran p…)”.




Sólo te invade la ira, sumado a la impotencia de no saber como manejar la situación sin perder los estribos. Tu relación con el hombre de espíritu hippie es algo así como un Woodstock: está todo bien, compartimos el mismo sentimiento, cada uno hace la suya, cero ataduras, la pasamos bien, todo amor y paz… y los acordes de Hendrix de fondo. Pero ese sistema no te rinde porque sos de una rama más conservadora.

Aún así, el espíritu liberal del hippón tiene cosas que te atraen y no sabés qué hacer. Podés remediar la situación muy fácilmente, pero como toda mujer, estirás la penuria hasta reventar, anhelando que te surja una nueva especie de tolerancia y que a la vez él cambie esa particularidad en "nombre del amor". Si le cortás las alas atentás contra su espíritu flower power, y ya nada será lo mismo; pero por otro lado te sentís mal porque querés un hombre un poco más presente. Además es un descarado, pretende el espíritu libre del amor y paz pero que sean exclusivos, y eso no te cierra porque no está trabajando para ganárselo.

Por lo tanto atinás a exponerle la situación, él con su mente abierta y voladora parece comprenderte, y le creés, hasta que nuevamente se manda a mudar con su furgoneta hacia los prados atestados de flores. Y otra vez aparece la ira, la bronca, las ganas de tirarlo a un pozo y arrojarle una granada.

La cuestión parece reducirse a lo siguiente: te acoplás a su estilo hippie o él a tu estilo “represor”, o llegan a un consenso; en el peor de los casos, en el último viaje que haga en su furgoneta psicodélica, lo despachás de tu vida. Así de simple, para que la casa esté en orden, porque al fin y al cabo, tal como expresa el espíritu “flower power”: hagamos el amor, y no la guerra. Paz, man.

14 de febrero de 2008

LA CELEBRACIÓN

Un nuevo día de los enamorados toca a la puerta, mujeres ilusionadas, búsqueda frenética de regalos y la eterna espera de que el galán de turno despliegue sus mejores armas para recordarnos por qué lo elegimos y nos eligieron.

Pero… ¿Qué pasa cuando el galán conmemora poco, o lo que es peor, nada? Quizás por ello fechas que las mujeres consideran importantes, como el día de los enamorados, el cumple mes cuando ya ha pasado un tiempo de pareja, el día de la primavera, o incluso el día de la mujer, se convierten en batallas campales donde algunos desenlaces quedan entre llantos.

La mujer no olvida, y cree que su hombre tampoco, por eso espera que él se acuerde de cuanta fecha romántica haya en el calendario además del aniversario. El tema es que no todos los hombres están pendientes de esas cosas, y ahí comienzan los problemas.

Llegó el momento entonces de desenmascarar a los no conmemoradores (y se acaba de crear un neologismo) y de descubrir cuál es su disfraz para no celebrar:

- No conmemorador tacaño: Basta de pavadas, y sincerémonos de una vez, no existe el “para él eso son pavadas” con el que tratamos de racionalizar la actitud del otro, simplemente el tipo no quiere gastar y la mejor manera de hacerlo es no conmemorar nada. Desde cosas básicas como cumpleaños de algún familiar, hasta trivialidades femeninas como el día de la mujer.

- No conmemorador zurdito: Todo es consumo. Sólo eso. Él levanta bandera de la izquierda y dice que no se va a dejar manipular por los intereses del poder, entonces no celebra nada porque todo es para llenar los bolsillos de los capitalistas. Salvo un cumpleaños o alguna fecha demasiado especial, es ley que él no va a regalar nada, ni decir nada, ni conmemorar ninguna fecha como el día de San Valentín, porque le parece consumismo innecesario y además viene de yankeelandia. Conclusión: No conmemora ni la Navidad, nunca te regala nada, y tampoco cree en nada.

- No conmemorador olvidadizo: Hay que dar una tregua a los pobres muchachos que están en la 5ta. luna y no saben en qué día viven. Olvidan, como lo hacen en todos los aspectos de su vida, y la mujer puede patalear, llorar, y demás, pero nunca logrará cambiarlo. Hay que aceptarlo, será cuestión de poner lo demás en la balanza.

- No conmemorador sin compromisos: Él no se compromete con nada ni nadie, y mucho menos con celebrar fechas que no le importan y que impliquen tomarse la molestia de salir con vos, buscarte un regalo y entregártelo. Al tipo no le importa, esa es la cruel realidad.

Desde ya, a medida que los hombres van pasando por nuestras vidas y nosotras vamos creciendo, aparecen híbridos de estos cuatro tipos de No conmemoradores. La cuestión parece fácil: tratar de respetar al otro, pero que el otro también respete las cosas que nos gustan, y no comerse cualquiera y justificar al hombre. Hay que ver las cosas como son.