21 de septiembre de 2006

DE BOLICHE EN BOLICHE...

Día de la primavera, jornada gloriosa si las hay, las personas alérgicas la odiarán, varios hombres estarán contentos porque saben que llegan los días en que las mujeres se despojan de sus vestiduras y salen a mostrar sus atributos. Las hormonas pululan en el ambiente, se multiplican a granel, los machos envalentonados salen a la cacería de sus presas. ¿Dónde? Lo hacen en muchos lados, pero el lugar por excelencia es el boliche.

Las tácticas de levante en la disco ya no son las de antes, no es como en la época del Club del Clan donde el galán, con su vaso de gin tonic en mano, sacaba a la muchacha que presumía. Antes se bailaba en pareja, ahora no; el acto del baile es más “homosexual”, ya que uno tiende a danzar en un grupo semi cerrado con pares de su mismo sexo, mirando qué es lo mínimamente potable que hay en los alrededores.

En general es el macho quien inicia el ritual de la conquista, por ello el post que nos convoca en esta jornada primaveral es sobre los distintos chamullos que un hombre puede emplear para levantarse a una mujer, saliendo del clásico “¿Venís siempre a este lugar? ¿De qué signo sos?, etc…”.


¿ES TU NOVIO?: Cuestión complicada para el macho en búsqueda de su hembra, dilucidar si esa muchacha tan bonita tiene algún tipo de relación amorosa con el hombre que la acompaña. Antes el muchacho que se encontraba junto a la señorita probablemente era su príncipe en el corcel blanco; pero ahora, en estos tiempos modernos, tranquilamente puede ser su amigo gay del alma. Así es que algunos corajudos se animan a preguntar:
Él: ¿Ese chico es tu novio?
Ella: (Con cara de desinterés, probablemente mascando un chicle de menta) No.
Él: (Cobarde por unos instantes) Porque pregunta mi amigo (Y señala a un pobre piscuí)
Ella: Ah…
Él: No, en realidad yo pregunto
Ella: Ahhhh… (al cubo)
Él: (Mostrando su lado caudillesco): Bueno, ENTONCES DAME UN BESO! (ARO ARO AROOOOO)
Ella: (Lo mira fijamente y piensa “PERO VOLÁ DE ACÁ, ZAPALLO, QUÉ TE CREÉS QUE SOY, UN PEDAZO DE CARNE DEL MERCADO DE LINIERS???” Y se retira de la escena retornando a su manada).

FUNCKING PLACE: Preciosa jornada, boliche con partes al aire libre, es invierno, pero la noche está bárbara y templada. Un macho se acerca a su presa:
Él: Hola, ¿Venís siempre a este FUCKING lugar?
Ella: (Extrañada por el énfasis puesto en la palabra “fucking”) No, es la primera vez.
Él: ¿Y te gusta esta FUCKING música?
Ella: Sí, está buena.
Él: ¿Y cómo te FUCKING llamás?
Ella: (Completamente desconcertada, responde igual) Mengana. Disculpame, pero tengo una duda, ¿Por qué todo es fucking?
Él: PORQUE ESTE ES UN FUCKING MUNDO!
Ella: Ahhh… (Sonríe de compromiso al fucking chongo y se retira de escena, a paso acelerado, buscando lo que quedaba de su manada).

REPARTO: Tres alegres señoritas bailaban juntas en una disco porteña, juntitas y tan felices, seguramente
eran carne al asador. Y así fue que tres galanes se les acercaron a hablar.
Luego de la típica entrada a la conversación, del estilo ¿Cómo te llamás? ¿Cuántos años tenés? ¿Qué hacés de tu vida? ¿Dónde vivís?, Etc., se produjeron los siguientes diálogos contemporáneamente:


Galán 1: Tengo novia.
Ella 1: (Desconcertada) ¿Entonces qué hacés acá hablándole a una mina?
Galán 1: Porque amo a mi novia… Pero también amo a las mujeres!

En otro sector de la pista, con un chongo apuesto que parecía bastante normal:
Galán 2: Nosotros las elegimos de la siguiente manera (Va a explicar el por qué cada uno eligió a la señorita a la cual se estaba chamullando)
Ella 2: Contame…
Galán 2: Básicamente nos las dividimos por altura…
Ella 2: (Lo mira fijo y piensa “Es un perejil…”)
Galán 2: Vos que sos la más alta me tocaste a mi, tu otra amiga para Mengano que es de estatura media, y la más petiza para sultano. Fijate que buena elección.
Ella 2: ¿Pero no era mejor elegir por la que le gustaba a cada uno realmente?
Galán 2: Es mejor este método salomónico.

Y en otra parte del boliche sucedía lo siguiente…
Galán 3: Desde que corté con mi novia no hago más que salir.
Ella 3: Y sí, uno vuelve a las pistas hasta que encuentra una pareja nueva con quien comenzar algo lindo.
Galán 3: No, yo la verdad prefiero salir. Estoy de joda toda la semana, me voy al after office de acá, a la noche de la cerveza de allá, viernes y sábado a bolichear a tal lado…
Ella 3: (Piensa “Nunca aprendiste a hacerte marketing…”) Ajá…
Galán 3: Por ejemplo en las vacaciones de verano me la pasé de juerga, éramos como 10 en el departamento, nos la pasamos de joda todos los días, una resaca que ni te imaginás… y bla bla bla
Ella 3: Un gusto conocerte… mis amigas me llaman… chauuuuuuuuu

Y sí, finalmente, las chicas sólo eran tres pedazos de carne en góndola…

LIBIDINOSO: La situación vista desde afuera era una muchacha bailando con unas amigas y amigos, y un moscón muy juvenil revoloteando alrededor, que de vez en cuando se acercaba aleteando a meter algún bocadillo. La presa azucarada no hacía caso a la insistencia del insecto, por lo cual el molesto decidió embestir a la amiga más cercana.
Moscón: Hola, ¿Qué le pasa a tu amiga que no me da bola?
Amiga: No se… no le interesarás.
Moscón: Decile a tu amiga que le tiré tooooooda la líbidooooooo
Amiga: ¿? (Se da vuelta y a otra cosa.)
Acto seguido se acerca el moscón a su azucarada presa:
Moscón: Te estoy tirando toda la líbido, eh eh ehehehe…
Presa azucarada: Mirá, no me interesás, soy muy grande para vos y tengo novio, ¿ok?
Fue más efectivo que el Raid… el moscón se fue, flu flu voló, desapareció.

QUÉ PÁ-SÁ… : Jazzy Mel se revolcaría al ver como unos raperos aparentemente extranjeros intentan levantarse a unas muchachas.
Situación: Pista de un boliche, con música muy diferente al hip hop o al rap. Ambos raperos seleccionan un par de “nenas” y les bailan al ritmo Sean Paul, con sus brazos alrededor de los cuerpos de ellas, pero sin tocarlas, sólo contorneándolas.

Rapero 1: Dé donde eres?
Nena 1: Palermo
Rapero 1: Cómo te “iamas”?
Nena 1: Fulana. Vos?
Rapero 1: José
Nena 1: Ahhhh… y de qué país sos
Rapero 1: De Argentina, yo también vivo en Palermo.
Nena 1: (Bueh…) Todo bien, pero no me interesa…

Nena 2: ¿Podés dejar de bailarme así?
Rapero 2: (También haciéndose el extranjero) NO
Nena 2: No me interesa tu baile, tengo novio.
Rapero 2: Bueno, esta bien, nos vamos…

Y se retiraron de escena meneando sus brazos al compás del Hip Hop que no sonaba en la pista, a buscar nuevas nenas que comprendan su arte pseudo extranjero.

HUMECTACIÓN: Una muchacha bailaba alegremente en una pista de un boliche de música electrónica, vestía unos anteojitos de sol (porque el sol a las 3 de la mañana y bajo techo es realmente muy nocivo...) Un muchacho de rulos se le acerca, aparentemente para levantársela, pero estaba tan drogado que ni siquiera las palabras le salían. En medio de ese acto gestual en el cual ella intentaba explicarle que no le gustaba, el muchacho la toma de las manos, se las acaricia y le dice “Ya vuelvo, no te vayas”. Acto seguido regresa con un pomo de crema de manos y se la coloca dicéndole: “Para que tus manos se mantengan siempre suaves y humectadas como hasta ahora”. Y se retira…

Este es sólo un pequeño muestreo del chamullo bolichense de nuestros días. Un tanto desconcertante, gracioso por momentos, molesto por otros. Y la pregunta es ¿Da resultado realmente? Parece que no…

6 de julio de 2006

"PODEMOS"


“Se puede, se puede”, decía Angeloz en su campaña presidencial allá por 1989 cuando intentaba hacerle frente al huracán “Mendez”. Él creía que quizás ganaba, y una tiene esa misma ingenuidad cuando confía en el hombre “Podemos”.

Lo conociste y es bárbaro, te re gustó, compartiste unas pocas salidas y él se encargó de endulzarte los oídos con todos esos planes que podrían hacer juntos en el futuro. Lo peor del caso es que le creíste, y ahora estás que rebotás por las paredes porque no cumplió ninguna de sus falsas promesas.

¿Por qué se cae como una quinceañera dentro del juego del hombre “podemos”? Quizás porque para una es tan especial que considera que el sentimiento es recíproco, pero la dura realidad es que él hace lo mismo con todas y le importa 3 rábanos si hiere tus sentimientos con sus patrañas.


Te dice que podrían ir al teatro, y vos ya estás pensando qué ponerte; te dice que la próxima te invita al cine, y vos te clavás con la cartelera del diario al lado del teléfono que nunca sonará; te dice que podrían pasar un día en la costanera de zona norte, y te explica detalladamente por qué ese día sería tan especial para los dos. Durante esos momentos te sentís en un éxtasis auditivo, que a medida que vas descubriendo que es un vil mentiroso se convierte en un estallido de ira.

Pero seguís creyéndole, porque él te sigue gustando y engañando con sus "podemos", es tan persuasivo con sus palabras, te dice cosas tan lindas… PERO NO CUMPLE NADA!. Entonces sí, “se puede, se puede”, sí, muchachas, se puede mandarlo en un cohete a la luna, y que se quede ahí por siempre, y que le mienta al espíritu de Neil Armstrong, que le diga que se puede estar en la luna sin el equipo de astronauta, y que se saque el casco así se muere de asfixia y nos hace un favor a todas.

Ese tipo es una sucia lacra, podría llamarte, podría cumplir sus palabras, podría dejar de mentirte, pero la realidad es que no le interesa, entonces puede engañarte porque su conciencia seguirá inerte ante tus reacciones.

Así que, “se puede, se puede”, se puede juntar fuerzas y mandarlo al tacho, a volar "fly away, far away", al baúl del olvido, borrarlo del mapa, se puede erradicarlo de la faz de la tierra; porque al fin y al cabo, al igual que Angeloz, ese tipo es un embustero.

23 de junio de 2006

X-MEN

Tomando en cuenta los boom cinematográficos del momento, haré eco, cual diario o revista que utiliza estos temas hasta el hartazgo, y me apropiaré del título de este pasado estreno para emplearlo en el post de hoy.

En las relaciones, tanto hombres como mujeres, tienen esas "simpáticas" fobias hacia los aparentes defectos del otro, que en ocasiones son fulminantes cuando se trata de perpetuar la relación. Intentaré reunir las más sobresalientes para reírnos un rato de esas cosillas que a veces hacen que pensemos que el otro definitivamente es un mutante.

Cuenta la leyenda que una adolescente que recién empezaba a darse unos besos con un muchacho, un día le ofreció su femenina cadenita con dije de corazón al hombre en cuestión. El joven muy agradecido la tomó y en muestra de su reciente eterno amor decidió colocársela, pero OH NO!, era demasiado corta y no podía siquiera lograr que le cubriera las ¾ partes de su entroncado cuello. La historia fue corta, ella se impresionó, lo mandó a volar y ahora tiene su fobia de cuello.

¿Y los dientes? Muchos agradecerán a sus padres la insistencia en el uso de la ortodoncia, y los que no, sufrirán el embate del dedo acusador: "Ese tiene dientes de cuchillo", "Aquella tiene dientes de caballo", "Oh no, esa niña usa frenos", "Tiene la dentadura torcida"; y lo peor "a ese/a le FALTA UN DIENTE, y en la parte de adelante!!!!". También varios de los fumadores están condenados, con su dentadura perfectamente amarillenta, u oscura, sumado a la sensación de estar chupando un cenicero que se genera en el momento del beso, que a más de una/o le da escalofríos.

Siguiendo con las partes del cuerpo, podemos nombrar al fóbico nº 2, que tiene una fijación especial con las manos: que si son cadavéricas, que si son “firmes” (¿?), que si tiene dedos de "molusco", que su suavidad, que si los dedos son de morcilla, que si son cortos, o muy largos, su femineidad, etc. Como sea, el tema es que si una mujer no cumple con los requisitos manuales que él pretende, se acaba todo.

Bajando por la estructura corporal, llegamos al conocido fetiche de los pies: Hay hombres que desesperan por unas buenas plantas, hay mujeres a las que se les revuelve el estómago de que se las toquen. Están los juanetes, los dedos largos, los pelos, el pie de 2 metros, el chiquito, el deforme, el de las uñas acanaladas, el que está lleno de hongos, el que le faltan uñas, el de piel dura a lo roca, el femenino con las uñas y su francesita. Como verán, los hay de todas formas y colores, y tanto hombres como mujeres se fijan en ello y dan su veredicto final.

“El hombre, como el mono, cuanto más peludo, más hermoso”, así reza la frase, pero no es ley. Convengamos en que el macho promedio detesta a la mujer con el síndrome de Chewbacca, las prefieren bien desprovistas de pelos y lo más semejante a una niña virginal. En el caso nuestro, donde el hombre no tiene la obligación social de depilarse, las opiniones son dispares: Muchas sostienen que es signo de virilidad el estar cubierto de bellos, pero otras los prefieren lampiños, y ahí comienza la cuestión porque en cuanto se encuentran con una mata de pelos simplemente huyen despavoridas y si te he visto, no me acuerdo.

Y la calvicie… tema escabroso si los hay… ¿Por qué? Porque la pelada es como los hongos, no está, y creés que jamás llegará, pero de repente aparece y cuando te das cuenta ya es tarde. Hay mujeres que mueren por un pelado sexy, claro, pero que sea un calvo trucho, que se deja de afeitar y le crece el pelo, cual Loco López. El tema es cuando la pista de aterrizaje de Anillaco es un hecho y no hay forma de revertirla, cuando vas en busca de la selva amazónica y lo único que encontrás es el desierto del Sahara. Esas tierras áridas nunca volverán a ser fértiles, y eso para varias mujeres es determinante; si el tipo es dolape, en muchos casos, no chance.

Como broche final, el must wanted de las mutaciones debe ser nombrado, que viene en composé y refiere a la fobia masculina más común y conocida: El capot y el baúl. Si el capot es pequeño las cosas se nos complican, porque es como que el tipo pierde parte de la líbido. A veces este detalle se compensa con el baúl, que es alto e imponente, entonces el muchacho cree que hay una armonía compensatoria. ¿Y cuando somos como una especie de Topolino?, chicas, ahí sí que estamos en el horno, no queda más que desarrollar nuestro lado intelectual y rogar que con eso le baste. Sino la otra opción, la cirugía, algunas ya la han implementado y dicen que sus efectos son maravillosos.

Sí, los hombres y las mujeres en muchos casos parecemos mutantes, y no es algo netamente corporal. Fobias hay más, no alcazaría este humilde espacio para expresarlas; lo importante es poder reírse de los defectos de cada uno y tomarlos con la mayor alegría posible. Y vos, ¿Qué fobia tenés?

1 de junio de 2006

SUBANESTRUJENBAJEN

Ya que todos hablan del mundial, aquí no vamos a dejar de hacerlo, pero no desde la óptica de si Pekerman pone a Abbondanzieri de titular, sino desde como nos revienta a las mujeres la boludización del hombre con el fútbol, y sobre todo de cara al mundial.

El fútbol, tomando al deporte más popular entre las preferencias masculinas, produce en ellos un estado de estupidización considerable. Los ves agrupados frente a las pantallas de las vidrieras de locales de electrodomésticos, dejando su baba frente al vidrio, gritando los goles como si estuvieran en la cancha, y vos, una humilde peatona que tiene la desgracia de pasar justo por ahí, casi salís despedida cual onda expansiva de una bomba.

No sabés por qué mandato divino ocurre esto, pero intentás comprenderlo. El hombre mira un partido y no se le puede decir nada, es “su” momento, como la mujer tiene el suyo cuando compra ropa, salvo que nosotras pretendemos que él participe activamente de tal evento. “Mi amor, qué vamos a cenar?”, pregunta tímidamente la chica; “YO QUE SEEEEEEEE, ESTOY MIRANDO EL PARTIDOOOOO, NO PODÉS ESPERAR AL ENTRETIEMPO?????!!!!!!”, gruñe él (y encima durante el entretiempo quiere ver la repetición de las jugadas y tampoco te da pelota). No sabés si es tu amorcito, aquel que el día anterior te había dado una jornada increíble de romanticismo o si te lo habían cambiado por el increíble Hulk y no te diste cuenta.

Es en ese momento cuando se hacen presentes la frustración, la ira, la congoja y demás sentimientos que genera el fútbol en la mujer. Padecimiento que se ve agravado una vez cada cuatro años cuando llega el mundial y sus maravillosas implicancias: el macho de turno ya está desempolvando su remera de la selección, su bandera para el balcón y hace un mes que arregló con sus amigotes para juntarse a ver los partidos y dejarte plantada como a un árbol bicentenario.

Él ya tiene su fixture en la billetera (desplazando así tu foto), te cuenta de la importancia de la ubicación estratégica de Tévez en la cancha, y vos lo mirás y sólo pensás en lo feo que es ese jugador y en las ganas de mudarte a otra galaxia que te invaden. Entonces preferís mirar la tele un rato, pero en cada canal que pasás en tu zapping hay publicidades sobre el mundial, caés en el noticiero y está “Don Niembra” contando su felicidad por irse a cubrir dicho evento. Acto seguido muestran a los hinchas argentinos recibiendo a la selección nacional en la ciudad alemana de Herzoge@%#!& (y que te recontra por las dudas) y se viene el comentario de la elección de los jugadores, los que van al banco, y vos ya estás re podrida de todo.

Finalmente pensás que si no puedes contra ellos, hay que unírseles, y organizás con tus amigas la comilona del mundial, donde se juntan todas no justamente a ver los partidos de Argentina, sino los de Inglaterra, donde están los mejores exponentes de la belleza futbolística. Y recorren con mucha alegría los primeros planos de Beckham y Owen, y piensan por qué nuestra autóctona selección nos da bagayos tales como Tévez, Riquelme y Crespo, entre otros.

En definitiva terminás cayendo en las redes del mundial, un poco para acompañar a tu chico, otro poco para sumarte al sentimiento nacionalista del fútbol; y además, admitámoslo, a medida que la selección va ascendiendo posiciones nos vamos motivando más y culminamos cual hombre promedio: gritando los goles como unas descosidas, con nuestra bandera argentina de poncho y cantando “Vamos vamos, Argentina”...

23 de mayo de 2006

POKEHOMBRES

¿Recuerdan los dibujitos Pokémon? Estaban quienes los seguían religiosamente y los que los ligaban de rebote por algún infante en la familia, que venía ansioso a mostrar a esos pseudo animales simpáticos, que eran incontables y te mareaban con tantos nombres extraños.

Brevemente explicaré, como para orientar a los que no tienen idea de lo que estoy escribiendo, cómo funcionan los pokemones para luego llegar a la analogía que voy a tratar en el post que nos convoca: Los Pokémones son cientos de especies diferentes de “animalitos” que se caracterizan por tener diferentes aptitudes, y que a medida que alcanzan metas, previo entrenamiento, evolucionan en una especie superior. Ahora sí, con nuestra cuota de manga – animé cubierta, pasemos a lo que realmente importa.

A medida que pasa la vida, que vamos experimentando citas y citas, y además recolectamos experiencias de nuestras pares, llegamos a un punto en que creamos ciertos perfiles de muchachos que pueden tocarnos en un futuro encuentro. Así surge este compendio de los Pokehombres, que al igual que los Pokémones, son un centenar de especies que con un poco de “entrenamiento” pueden evolucionar a algo mejor.

BAGAYO. Sí, no es Tom Cruise, es un cuco, pero le pone tantas pilas… Justamente porque sabe que no es un potrazo no le quedó más remedio que resaltar todas sus bondades, y a vos te encanta. El tema es cuando se va el enamoramiento inicial y lo empezás a mirar detenidamente. A algunas no les importa, a otras les pesa y terminan mandándolo a volar.

CHAMUYERO. Si hay algo que destacar de los chamuyeros es su alto contenido de creatividad. Inventan las historias más fantásticas que puedas imaginar para justificar sus actos. El problema es que te das cuenta que miente, entonces sólo te limitás a escucharlo y asentir la sarta de pavadas que dice, mientras pensás “cuándo se dará cuenta este salame que no son creíbles sus palabras”. También están los chamuyeros encubiertos, que están tan entrenados en el arte de la mentira que la hacen muy veraz; esos sí son peligrosos.

DESPISTADO. Esta especie es una de las peores, porque roza el desinterés. No te llama seguido, su vida es un caos de horarios, se olvida las fechas importantes, te cuelga en una salida porque se olvidó que tenía otra cosa que hacer y para rematar es impuntual. Inicialmente parece que no le importás, pero con el tiempo te das cuenta que con los demás es cien veces peor. El inconveniente con el despistado es que si sos una mujer muy metódica puede enloquecerte hasta la médula y hacer que vivas un calvario.

DON JUAN. Sabés por tus amigos o conocidos que tuvo quinientas mil minas, o él mismo se encarga de comunicártelo y de agregar que quiere recomponer su vida con UNA (¿?) sola mujer. Tiene calculados todos los rituales de la seducción para garantizarse que vas a caer rendida a sus pies, y aunque sabés internamente que está repitiendo una fórmula con vos, es tan efectivo que terminás cayendo. Pero llega un momento en que la vida te cachetea, y por fin podés zafar de sus redes, el tema es que no sea demasiado tarde.

EGÓLATRA. Yo, yo y yo. Habla toda la salida de él, de lo capo que es, de sus logros, de sus metas, de sus ambiciones y de cómo te pasa el trapo en todos los ámbitos. Te tiene seca, lo dejás que hable como un loro y no ves la hora de irte a tu casa porque en el tiempo que duró la salida no pudiste meter un bocadillo. Eso sí, cuando necesita tomar un vaso de agua para aplacar la sequedad de su garganta (de tanto hablar), te deja emitir algunas palabras a modo de “entretiempo”.

EXPRESIVO. Habla a morir y te dice todo lo que se le pasa por la cabeza. No mide ni una de sus palabras, pasando de ser espontáneo a desubicado. Si hace un tiempito que salen, rápidamente te dice que te quiere, que vayan a los yuyos, que tu ropa interior es un fiasco o que está buena, deja abierta la puerta del baño; y si le das un poco más de confianza empieza a eructar y tirarse vientos delante tuyo. Lo negativo es cuando, además de estos “detalles”, habla demasiado y actúa poco. Lo positivo es que, si te bancás todo lo anterior, te hace sentir bien porque te dice si estás linda, te expresa todo lo que te quiere, y no está tan mal ¿no?.

LÁPIDA. A veces te gustaría picarlo con una ramita a ver si vive, porque se queda inerte, casi no habla y te mira con cara de perro mientras hacés el monólogo de tu vida. La primera vez pensaste que no le gustaste, pero el tipo te sigue llamando; y si volviste a salir, comprobás que él es así de amargo. Es como si fuera un muñeco de cera, inanimado, que le sacás las cosas con tirabuzón. Pero así es feliz, vos complementás ese lado expresivo que él no tiene, y con eso le basta. Hay que ver si a vos te rinde ese sistema…

MACHISTA. No quiere que la mujer trabaje, y lo primero que te pregunta es si sabés cocinar y querés tener hijos. Ama de casa a pleno para él, mujer sumisa y relegada a las tareas domésticas es lo que quiere, y no le importa comunicártelo porque sabe bien hacia donde va y a quién necesita a su lado. Te dice que el sexo femenino es frágil e ingenuo, sí, en tu cara, y te redime a lo mínimo por tu condición de mujer. Por lo menos es sincero, peor sería que lo descubras una vez que puso el anillo y firmó la libreta.

MAMERO. “Nadie se atreva, a tocar a mi vieja”… Obviamente vive con mamá, y si no lo hace, la visita a menudo, porque ella le cocina, le lava la ropita, todavía le compra los calzones, le revisa el placard, sabe todo sobre ustedes y lo llama al celular para saber a qué hora vuelve para ver si prepara la cena o si se la deja en la heladera. La traslada de acá para allá, y si ya están en pareja, la incluye en los proyectos como si fuese un integrante más. Finalmente si no corta el cordón umbilical, vos terminás cortándolo a él, tres es multitud.

NARCISO / METRO – HOMO SEXUAL (¿?). Te asombra el buen gusto que tiene para vestirse, que sabe de moda más que vos, que va al shopping, que se compra cremas corporales carísimas, que van por plena Av. Alvear y estampa la ñata contra la vidriera de “Ermenegildo Zegna”. Tiene el pelo divino, conoce todos los lugares de onda, su auto está pulcro. Pierde horas y horas en arreglarse, y te preguntás ¿Qué onda este tipo, será macho o qué?. Es un gran misterio… sólo el tiempo lo dirá.

PAPURRI. Está bárbaro, seamos sinceras. No podés creer cómo tanta belleza se concentra en una sola persona y lo peor es que él lo sabe, y las que están a su alrededor también… Salís con él, te hace sentir un bagre porque él está buenísimo, y por más que te tires todo el placard encima y te hagas chapa y pintura, no es suficiente para estar a su altura. Las mujeres lo ven pasar y se dislocan el cuello de tanto mirarlo, si vas a un restaurant con camareras el servicio es rapidísimo e insistente. En definitiva lo terminás dejando, porque tanta hermosura te opaca demasiado y los celos te enferman.

SOCIAL / ANTISOCIAL. Las dos caras reunidas en un mismo párrafo, porque son totalmente lo opuesto. El social habla con todo el mundo, apenas conoce a tus amigos ya están como chanchos, a todos le cae bien, es colaborador, se ríe con todos, tu familia lo adora y vos estás feliz; pero ojo, lo hace en todos los ámbitos, entonces te gustaría que con algunas chicas sea un poco “menos social”. Y el antisocial es todo lo contrario, se queda callado, sentado a un costado, la mayoría de las veces con cara de perro que expresa “cuándo nos vamos”; y vos la estás pasando de maravillas y no sabés que hacer con ese clavo. Y tus amigos y familiares no lo pueden ni ver, porque es tan retraído, tan amargo y no saluda a nadie; un gancho.

ROMÁNTICO EMPALAGOSO. Es bien cursi, demasiado para tu gusto. Te regala flores, te escribe poemas, cuando no te los recita en vivo y en directo. Te canta al oído boleros de Manzanero, crea atmósferas propicias para el romance, te lleva a lugares especiales y te mira a los ojos con cara de enamoradísimo total. Y vos, que sos más terrenal, que de tanto azúcar te va agarrar diabetes, ya estás podrida de tanta cursilería y pensás ¿Cuándo dejará este papa frita de recitar poesía e irá a los postres? Nada nos viene bien…

TACAÑO. Qué escabroso el tema de las finanzas… pero lamentablemente está y hay que hablar de él. Antiguamente el caballero se hacía cargo de toda salida que hacía con la dama, pero ahora, en estos tiempos modernos en que la mujer gana su salario, las cosas cambiaron. Y resulta que el tipo gana bien, es más, te refriega en la cara lo adinerado que es, pero a la hora de ponerse, vos, con tu sueldo devaluado y devastado por el machismo y la crisis, terminás pagando más que él, y si te descuidás el pibe ni siquiera deja propina. Y está su contrapartida, el tipo que se pasa en generosidad, que no te deja tocar tu billetera, que sabés que no gana fortuna, y que tiene mil obligaciones monetarias, pero igual se pone, y no tendría por qué hacerlo.

Estas clasificaciones no son privativas, tranquilamente se pueden dar combinaciones (algo que con los pokemones no pasa), pero siempre prevalece un tipo. Y sí, las generalizaciones no son buenas, pero si los hombres lo hacen con nosotras, ¿Por qué no darnos la licencia, esta vez, de hacerlo nosotras con ellos?

14 de mayo de 2006

ESAS NUEVAS RARAS FORMAS DE CONQUISTA MASCULINA

Las primeras citas tienen ese no se qué, que hace que tratemos de sacar lo mejor de nosotros mismos y usar esas cartas que creemos que son 100% efectivas para impresionar al otro. Es así que surge esta recopilación de tácticas aparentemente “infalibles” de automarketing masculino para que una mujer muera ante un hombre y piense que es el Dios del amor.

EL VIAJE. Un alto ejecutivo, que pasó las cuatro décadas hace rato, decidió hacer un viaje al interior. En una de las visitas a la casa de su hermano, una vecina que compartía la reunión con ellos terminó sumándose a la travesía. El hombre en cuestión se encargó de sacar los pasajes, pero oh detalle, para ella pidió el asiento detrás del de él porque según dijo “habla mucho y no la aguanto en todo el camino”. ¿Qué pasó con ellos? Siguen como si nada, parece que su “técnica” de conquista funcionó a las mil maravillas.


EL SEMENTAL ¿SENTIMENTAL?. Este joven tiene una táctica un tanto extraña para cazar a sus presas, que al principio parece efectiva, pero luego decanta. Su argumento era que ya había jodido lo suficiente y que estaba llegando al umbral de los 30, por eso quería una relación formal para establecerse. La propuesta era tentadora, el chico vivía solo, un trabajo estable, el físico acompañaba, pero resulta que todo era de la boca para afuera porque al final mostraba la hilacha. Te colgaba porque había salido hasta tarde con los amigotes, te llamaba a cualquier hora para salir, se tiroteaba a tus amigas al mismo tiempo que a vos, entrabas al msn y se apodaba “El semental” y entre sus fotos encontrabas a chicas en paños menores bajo el título de “Podría ser tu novia, o peor, tu hermana”. Y para rematar, te lo cruzás en un lugar, vas a tomar algo con él y una de tus amigas a la que también se chamuyaba, y les dice: “Tuve una historia con la madrina de mi hermana, ella es una veterana, y bueno, nos lo debíamos”. Sin comentarios…

EL BRINDIS. Otra táctica, que según el macho cambia de variante pero de base es lo mismo, es guardar en el baúl del auto alguna bebida alcohólica, ya sea vino, champagne o similares, junto a dos copitas. Si la cuestión prospera entonces el muchacho comprará unos rolitos por ahí, te llevará a “Villa Cariño” e intentará deslumbrarte con ese brindis a la luz de la luna. Teóricamente esta técnica, dicen ellos, es infalible, pero las chicas opinamos que es de cuarta.

HOY CORTÉ UNA FLOR… La clásica que es de décima, un cliché infaltable: el tipo que compra la rosa putrefacta al pibe de la calle y te la da haciéndose el Arnaldo André… Qué poca creatividad, y lo peor del caso es que se creen que nosotras morimos de amor.

LA SORPRESA. También están los que no se dan cuenta que romper con el factor sorpresa puede ser fulminante. Así tenemos a los que tienen algo para vos y te lo comunican tempranamente: “En el auto te está esperando un ramo de flores”; o llamás a tu chico y le preguntás “¿Dónde estás?” y te dice: “Acá en el shopping, te compré un regalo, un peluche con forma de vaca que le apretás la panza y dice mu, envuelto en papel de…”.

EL RESTAURANTE. Y qué mejor que un tipo que te diga “tengo un lugar para ir a comer…” y vos pensás que es genial un hombre que te sorprenda con la cena. Y remata “Ahí van mis viejos seguido”, y ya empezamos mal, muy mal. Pero bueno, vas… Y cuando llegás está un señor de unos 60 años sentado en una silla de paja con su guitarra criolla, payando sobre lo lindo que es tener tantos comensales en el lugar. Is too much.

EL PUTICLUB. Primera cita, 2 am deambulando por Recoleta buscando un bar donde haya una mesita donde tomar algo, y todo está a full. Pero queda un lugar! y la muchacha atina a decir "Me parece que es un bar de gatos". Pero entraron igual, se acomodaron en una mesa y el panorama fue chicas al estilo Alejandra Pradón devaluadas, con unos viejos gateros sentados en la barra en esa clásica pose de "Vengo a buscar una minina, pero que mi mujer no se entere". Y la chica ahí, en el medio de todos esos carcamanes, que la veían como carne fresca y pensaban "¿Cuánto cobrará esta pendeja?". Los wiskys salían como pan caliente, y ella en el medio de toda esa vorágine de venta corporal, pensando "¿Por qué este pibe me trajo acá?". Vaya uno a saber...

EL BESO. No puede faltar esta variante que seguramente todas hemos vivido, un cliché gastado, que pasa de generación en generación con alguna modificación, que lo ha usado tu abuelo, tu padre, tu primo, tu hermano, y por supuesto uno o varios pibes con los cuales has salido: “¿Me das un beso?”, o “Me muero por robarte un beso”, o “Hace tanta cantidad de tiempo que quiero darte un beso”, o “Te partiría los labios de un beso”, y miles de variantes más que conducen a lo mismo: la falta de creatividad a la hora del momento cúlmine de la salida.

Estas nuevas formas de conquista masculina definitivamente nos descolocan, porque las cosas parecen tan simples y ellos las hacen tan complicadas… nos meten a todas en la misma bolsa, como si fuésemos un tablero de control en el que apretás un botón y la reacción siempre será la misma. Pero no es así, ¿Será mucho pedir un poco de creatividad?.

4 de mayo de 2006

EL SUPLENTE

El amor en algunas cuestiones es como las finanzas: hay épocas de vacas flacas, y otras de plata dulce. Entonces a veces no tenemos nada, nuestra vida parece ajena a los hombres y pensamos que quizás nos volvimos invisibles; y otras, tenemos dos tipos (o más) y no sabemos cómo ubicarlos en el fin de semana.

El inconveniente comienza cuando uno de esos nos gusta más, en realidad nos gusta tanto que automáticamente el otro (o los otros) se convierten en “El Suplente”.




El Titular nos partió la cabeza, no sabemos cómo pero así sucedió; y resulta que pensamos tanto en él, estamos tan pendientes, que todo lo que lo podamos verlo o hablar es poco. Encima te cuelga un fin de semana con alguna excusa poco comprensible, y tu ira es tan grande que enseguida caes en los brazos del Suplente.

Arreglás para salir temprano para tener más tiempo, como lo harías con el Titular, pero la cuestión es que a la media hora querés que se evapore, no lo aguantás, no parás de pensar en lo entretenida que sería la salida si en vez de ese nardo estuviera el Titular. Entonces no sabés de qué disfrazarte, porque todavía tienen entradas para el cine y reservaciones para cenar, y vos quisieras que te pasara un camión por encima y te dejara en estado vegetativo sólo para no tener que verlo más.

Nunca te pareció tan entretenida la opción de quedarte en tu casa viendo una película, no ves la hora de volver y ponerte tu pijama de ositos e irte a dormir a la 1 am. Lo peor es que chapás con el Suplente (como para que no todo esté perdido) y es como besar a un ladrillo, mientras pensás en lo que el Titular estará haciendo en ese momento y te querés tirar del último piso del Empire State.

Como conclusión final, una vez que lograste tomarte un taxi y volver a tu casa, diciéndole al Suplente que no es necesario que te acompañe, pensás qué carajo le viste al zapallo ese, si es un perdedor y es más feo que Jar Jar Binks en tanga.

Quizás ese es el momento de sincerarse y de reconocer que por más que una quiera, un clavo no saca a otro clavo, y que jugar con los sentimientos y el tiempo del Suplente no está bien. Al fin y al cabo, nos guste o no, la elección es clara: el Titular; y hay que ver cómo manejar eso sin utilizar a los demás que no tienen la culpa de que las cosas no funcionen como quisiéramos.

20 de abril de 2006

EL PÉNDEX

Nunca pensaste que ibas a sentirte tan Nacha Guevara en tu vida, y no es justamente porque tenés 60 y estás divina, ni porque besás a la lechuga para que sea más nutritiva, ni porque escribís “Yo me amo” con lápiz labial en el espejo, tampoco porque “te gusta ser mujer” (de hecho pensás que ser hombre en varios casos es mucho más benéfico); por nada de esto, sólo te sentís Nacha porque te gusta un pendejo, y lo más llamativo del caso es que creés que tenés futuro con él.


Conocer a un niñito se puede dar de varias formas: por intermedio de un conocido, en un boliche, en una fiesta, en el laburo, a través de Internet, etc. El pibe te encanta, hablan, la pasan re bien, no hay estereotipos, y llega la pregunta ¿Cuántos años tenés? Él unos frescos 20 añitos, vos sos un geronte que ya pasó esa edad hace mucho tiempo. Y ahí viene el dilema “¿Qué hago, lo mando a volar o le (y me) doy una oportunidad?”.

Si hubieras sabido su edad de antemano, ya lo habrías fletado, de sólo pensar que tiene los mismos años que tu primito, o tu hermanito, o de los amigos de tu hermanita, ya se te revuelve el estómago. Te sentís el monumento a la degenerada, te imaginás todo el día jugando al Counter Strike y pasándote emoticones por el MSN, y crees que la gente en la calle te juzga por corruptora de menores.

Pero es tan fresco y juvenil, tan optimista y esperanzador, te motiva hasta las estrellas, es dulce, cariñoso, no trae marcas del pasado, no te juzga y está casi O km. Pero tiene sus contras: es infantil, no te abre las puertas de los lugares a los que van, llama a la madre para avisarle que llega tarde, no tiene detalles de caballerosidad, te traslada en colectivo, vive con los padres de aquí a la eternidad, no te invita ni un helado, no te acompaña a tu casa, probablemente haya cambiado de carrera unas 20 veces, van a comer al fast food y las salidas con “los pibes” son sagradas. Y vos, que ya pasaste eso hace rato, no querés saber nada con etapas que ya cerraste; pero lo repensás, y es tan amoroso... No te apura, se deja fluir, es tan tierno y es justo lo que necesitás en ese momento.

¿Por qué una mujer llega a interesarse en un hombre menor?¿Para el amor no hay edad? Tomando como referencia casos cercanos, en términos generales la relación con el péndex no prospera o se vuelve algo enfermizo. ¿Por qué? Será la brecha generacional, la presión social, o la inmadurez, no lo se, pero en la mayoría de los casos la mujer es como que “abusa” del niñito porque simplemente le da un cierto aire de poder en la relación; apareció en el momento indicado y cuando reafirma el ego femenino es tiempo de dejarlo partir.

A todo esto, ¿Por qué el péndex busca una veterana? No hay mucha ciencia: No anda con vueltas, es como una madre con la que puede tener sexo, le enseña, y delante de los amigos queda como el semental del barrio. Hay casos, los menos, en que el hombre es menor, pero su mente es más madura y necesita la estabilidad sentimental que una mujer más grande le puede dar.

De todas formas la relación con un péndex no es sinónimo de fracaso, algunas parejas aun perduran y no parece irles mal. Así que la elección queda a libre gusto del consumidor y que sea lo que tenga que ser.

11 de abril de 2006

EL SÍNDROME DE LA VIRTUALIDAD

Las nuevas tecnologías han venido a simplificar y acercar las comunicaciones, es genial, con una computadora, un click y una conexión a Internet se puede establecer contacto con los rincones más remotos del planeta.

Hasta aquí es maravilloso, pero el problema comienza cuando se mezclan las cuestiones del corazón con este tipo de avances. Al principio es bárbaro porque una tiene la posibilidad de conocer hombres por Internet, y si las cosas más o menos tienen un poco de feeling, a través de la mensajería instantánea podemos estar conectadas unas cuantas horas con nuestros “amorcitos”.

Pero, ¿qué pasa cuando una relación se construye en gran parte a través de Internet?. No indago sobre el amor a distancia porque es un tema largo y engorroso del que todavía no estoy lo suficientemente empapada como para escribir, así que voy a limitarme a relaciones que se dan entre personas de la misma ciudad que no tienen mayores problemas de lejanía y enlaces telefónicos.

Fulano y Mengana se conocieron por Internet y utilizan un mensajero instantáneo como vía de comunicación. Luego de horas, días y semanas de chateo deciden encontrarse, previo intercambio de fotografías, para ver si lo que está del otro lado es mínimamente potable. Se pasan los celulares para estar en contacto cuando la computadora no lo permite y finalmente concretan la primera cita. La salida fue increíble, la pasaron de maravilla y congeniaron muy bien (muchas veces estos encuentros suelen ser un fiasco cuando no está la “careta” de la virutalidad de por medio).

Podría decirse que esta mini historia no tiene nada de extraño, salvo que Fulano nunca llama a Mengana y su única manera de arreglar salidas (si es que lo hace) es a través de un e-mail o del mensajero instantáneo. Ni siquiera un sms le envía. Y es en ese momento cuando Mengana, como nos pasó a muchas de nosotras, quedó descolocada porque no pudo comprender cómo actuar frente a esta situación.

Como sostuve en otro posteo, la mujer puede convertirse en la eterna esperadora de llamados, y si el hombre está interesado quizás se ilumine y marque los numeritos; entonces, ¿Qué pasa cuando el tipo no lo hace? Good question, la idea es tratar de desentrañar algo este misterio.

Según el consenso popular no se termina de comprender 100% por qué alguien actúa así, pero coincide en que, por ejemplo, un hombre utiliza un mensajero instantáneo para establecer contacto con su conquista porque así es más fácil y no tiene que tomarse el trabajo de realizar una comunicación telefónica (intentemos ser objetivas y no mezclar el factor tacañería con esta aparente vagancia).

El MSN, por citar uno de los mensajeros más populares, permite esa impersonalidad que muchos hombres adoran. Saben que estás ahí, bien disponible, y que probablemente cuando te inviten a salir dirás un “CLARO QUE SÍ”. No tienen que tomarse la molestia de llamarte, ni tampoco de pensar en vos en el momento en que su vida se aleja del aparato informático. Pareciera que una forma parte de la PC, y cuando él la apaga, te esfumaste de su vida. Es fácil y práctico. Mientras estás como una esclava de la computadora, esperando eternamente a que tu romeo aparezca, porque ni siquiera tiene la deferencia de llamarte, y ojo si no llega a estar conectado porque tu cabeza empieza a maquinar que está con “otra”.

Algo similar ocurre con las mujeres que conocen a un hombre en algún curso, clase o similar, donde saben que sí o sí verán a su Romeo obligatoriamente una determinada cantidad de días a la semana, entonces si te cruza te invita a salir, por inercia, pero sino jamás te llama.

La solución a esta disyuntiva es práctica y requiere fuerza de voluntad, porque simplemente se borra el contacto del “impersonal” y si le interesa, llamará. Ningún e-mail, ni sms; ring ring o nada. El efecto colateral de esta decisión es que quizás él nunca más vuelva a contactarte. Si el tipo te interesa mucho y te hiciste la hembra del arrabal, probablemente sufras un poco los primeros tiempos. Al fin y al cabo te estás haciendo un favor, no hay que negar la realidad, si no te llamó en todo este tiempo, tampoco lo va a hacer después.

7 de abril de 2006

"¿CREES QUE SOY GAY?" (Bart Simpson dixit)

Y… tengo mis dudas… ¿Por qué? Porque parece que cuando el muchacho en cuestión no actúa según las normas “establecidas”, tenemos que racionalizar con la teoría de que patea hacia el arco contrario.

Las mujeres no nos ponemos de acuerdo, y es con estas situaciones cuando reafirmamos la teoría masculina de que nada nos viene bien. Si salimos con un tipo y en la primera cita nos quiere bajar la caña, ese es un desubicado, animal, sexópata, malnacido, y demás adjetivos irreproducibles. Pero si pasan unas salidas y no tira la frase “pasemos la noche juntos” (o alguna de sus variantes) entonces es un balín; cabe destacar que sólo queremos que esboce la frase, pero no implica necesariamente que querramos consumar el acto (todo sea por mantener nuestra tambaleante autoestima de pie).



Entonces, como el tipo no agiliza el trámite, hay algo que supuestamente debería estar fallando. Acto seguido, necesitamos urgente una persona de sexo masculino que confirme o refute la sospecha. Por eso consultamos al primer “macho” que se nos cruza, como por ejemplo al vecino de al lado, hombre mayor, milico retirado que participó en cuanto enfrentamiento armado hubo en la historia nacional, y le decís: “Don Fermín, discúlpeme, pero resulta que conocí a un joven y pasó bla bla bla… ¿Ud. cree que este hombre puede ser homosexual?” / “Nena, ése es un maricón”, acto seguido te cierra la puerta en la cara.

La otra, consultar a tus “amigos” (que nunca sabrás certeramente si ellos quieren bajarte la caña y por eso meten cizaña), y les decís: “Resulta que Fulano, el pibe con el que estuve saliendo últimamente y dándome unos besos, se viste re bien, es re lindo, se arregla el pelo, vamos a tomar el te, hablamos mucho, pero nunca me dio el palazo, ¿Qué opinás?”. Y te responden con una sonrisita a lo Gardel: “Pebeta, ese chabón se come la galletita”. Y vos no lo podés creer, porque te parecía el machazo latinoamericano, pero es inevitable que empieces a analizar sus actitudes porque los cretinos te llevaron al terreno de la duda.

Hay una cuestión y es que es muy baja la posibilidad de que un hombre esté probando justamente con vos si prefiere los nenes o las nenas, tendrías que tener mucha mala suerte. También puede pasar que el muchacho sea “binorma”, pero eso es independiente del tiempo en el que te proponga ir a los yuyos.

Y vos pensás: pero le gusta leer la Vogue, adora ir de shopping, lo pierde comer torta, lee novelas y se cuida el pelo con productos especiales. Ok, pero no significa que sea el mariconazo del año. Hay hombres narcisos por doquier, cada vez más; si tenés la suerte de conocer un hombre que pueda compartir con vos algunas de esas cosas que antes se reservaban sólo para las mujeres, bienvenido sea.

Hagamos un poco de matemática simple (no vaya a ser que se nos descoloque la mononeurona): Decís que saliste con un tipo 1 mes y no te arrinconó, pero si el mes tiene aproximadamente 4 semanas y vos lo viste una vez por semana, entonces la ecuación sería así 1M = 4S. O sea que en 4 encuentros no te hizo la propuesta… vamos, no es tampoco una cuestión de Estado como para entrar en pánico.

Así que dejémonos de joder con eso de que si no nos apura es gay, y que te roba la Cosmo y le prestás tu crema hidratante. El concepto de “macho” se está redefiniendo, y si no te llevó al fondo, otras cuestiones debe haber.

5 de abril de 2006

EL QUE NO LLAMA

Hay salidas que para una mujer quedan en la posteridad, en las que una sale con un hombre y la pasa increíblemente bien, que cree que realmente congenia, es bonito y considera que muy a futuro podría llegar a gestarse algo interesante.
En ese primer encuentro todo fue maravilloso: muchas horas juntos, risas, diálogo fluído, fue una velada entretenida; pero el tiempo fue tirano y llegó el momento en el que los caminos se separaron: taza taza, cada uno se fue para su casa.
Él se despidió, y de su boca probablemente salieron algunas de estas frases: “Te llamo”, “Te llamo `X´ día”, “Hablamos” o “Que te vaya bien”.
Lo importante aquí, para ayudar a calmar las ansias de la platea femenina, es intentar desglosar estos postulados para entender, aunque sea mínimamente, qué piensa el individuo masculino cuando decide emplear esas palabras y no otras:

  • Te llamo: Es una frase muy ambigua porque no agrega una meta temporal. En efecto puede llamarte, pero no sabrás si será dentro de unos minutos, unos años o nunca. Y vos, como una tarada, te quedás pendiente del teléfono eternamente, creyendo que en instantes te llamará y que si no lo hizo fue por un problema del la red telefónica, pero las horas, los días y las semanas siguen pasando y parece que se lo hubiera tragado la tierra. Esta es, probablemente, una de las mejores tácticas masculinas, que les da la posibilidad de llamarte si están realmente interesados o si no había otra mejor.
  • Te llamo “X” día: Esta frase es menos desesperante que la anterior por una ínfima cuestión: él incluyó la variable temporal. Lo bueno de este sistema es que si no te llama cuando lo prometió es un mentiroso o se le cayó una maceta encima de la cabeza y perdió la memoria, por lo tanto tampoco sería provechosa esa relación.
  • Hablamos: Esta variante deja un sabor a nada indescriptible, porque el “hablamos” te deja ilusionada pero a la vez nunca sabrás dentro de qué contexto se dará esa charla, si es que sucede. Muestra un cierto desinterés que no podrás comprobarlo inmediatamente, por lo tanto sólo restará esperar y procurar que la ansiedad no se apodere de todos tus actos.
  • Que te vaya bien: Muchachas, esta es la peor de todas, porque no da ni siquiera una pequeña luz de esperanza para un futuro encuentro. Es una manera decorosa y cruel de decirte: “Todo bien, pero no”. Te pisotea la autoestima hasta reducirla a polvo. Lo positivo de esta variante es la sinceridad, ya que si él no está interesado, por lo menos no te miente con que te va a llamar. Claro que eso no quita que estemos como unas bobas pegadas a nuestros aparatos de comunicación esperando noticias de él, por las dudas.

También está el síndrome de la virtualidad, que es una cuestión llena de tonos grises porque la relación pasa a estar netamente interceptada por una computadora. De este tema me encargaré en una sucesiva entrega, ya que considero que merece un apartado especial. Ahora lo importante es socorrer a las lectoras ávidas de explicaciones racionales del por qué el tipo no marcó los numeritos.

Why? Amigas, me encantaría predecir el futuro, pero lamentablemente no es algo que esté a mi alcance; así que pasaré a recopilar algunos testimonios extraídos de conversaciones con otros pares de ambos sexos.

Destaco un muchacho que me dijo algo así como “Si el tipo no llama, en un 90% de los casos es porque no está interesado y el 10% restante es porque es un boludo”. Convengamos en que no queremos un tipo que no nos valora, ni tampoco un boludo; por lo tanto el hombre “no llamador” es mejor que se esfume, ya que si llega a resurgir como el Ave Fénix, probablemente será porque las otras con las que intentó algo no le correspondieron.

Las más esperanzadoras dicen que por ahí el hombre en cuestión no quiere ser pesado, entonces prefiere tomarse las cosas parsimoniosamente, se relaja y llama cuando los planetas se alinearon y el fin del mundo que Nostradamus predijo fue una patraña.

También están los que sostienen que las mujeres somos “hijas del rigor”, entonces no nos llaman porque ellos son bien caudillos y nos maltratan, y de esta forma se aseguran que moriremos por ellos y estaremos entregadas en bandeja. Este sistema parece que a los hombres les da un resultado maravilloso. Mi recomendación en este caso es que nos pongamos las pilas y a estos mamarrachos los mandemos a volar, aunque sea por el bien de la comunidad femenina.

Y para terminar con los testimonios recopilados, están los que sostienen que la mujer también debería llamar. Es por ese tema de la liberación de los sexos, romper los estereotipos y bla bla bla. Quiero comunicarle a esos hombres que la idea en teoría podría funcionar, pero en la práctica el 90% de las mujeres espera el llamado masculino; así que por el momento me permito refutar este supuesto.

La cuestión es ¿Cómo hacemos para aplacar esta ansiedad que nos machaca el cerebro y el corazón cuándo él no llama? Puedo decirles, ahora que lo pienso en frío, que ya vendrá otro que realmente sienta interés por nosotras y no se pueda contener para llamarnos. Parece que cuando una más ansiosa está es peor, porque según sostienen los hombres, a las mujeres desesperadas las presienten y les huyen; así que lo mejor será que, si estamos desesperadas, se note lo menos posible.