27 de septiembre de 2007

¡¡ENTRENADOR, ENTRENADOR!!

“Sin fúl, sin fúl”, gritaba el Coco Basile en la pasada Copa América. Como si fuese tan fácil, Coco… Las mujeres pasan su vida entrenando hombres, y finalmente siempre es “Con fúl”.

Cuando una mujer hace retrospectiva de sus relaciones, ya sean noviazgos formales o intentos de ello, llega a un punto en que se da cuenta que actuó como una entrenadora. Moldea a su hombre del momento para cada situación en la que él actúa como un macaco creyendo que no sólo se hace un bien a ella, sino a la comunidad.

Lo viste, lo educa, le indica atajos, lo convierte un caballero de armadura brillante y luego lo libera, porque fue tan extenuante el camino hacia eso que no quiere lidiar más con él. Luego, a ese hombre lo recibirá otra, que gozará alegremente de las bondades inculcadas, aunque seguramente querrá hacerle algunas modificaciones.

Revisemos un poco las etapas de entrenadora por las que pasa una mujer:

· Inicialmente, en los amores adolescentes con púberes de explosión hormonal, hay todo un campo virgen por sembrar, y como en ese momento la mujer es poco pretenciosa porque la vida amorosa no la ha golpeado aún, guarda lo que piensa y expresa poco. Soporta que su novio salga religiosamente con sus amigotes y haga cualquiera, que se comporte como un primate y le cierre las puertas en la cara, y que no tenga detalles románticos. Si la relación dura, puede recoger la cosecha, pero el proceso fue agotador y lo larga, dejando las ganancias del campo a la deriva.

· Luego encontrará otros que ya fueron entrenados por otras mujeres, que probablemente tendrán déficit de caballerosidad y atenciones, carreras frustradas, mala vestimenta y poco interés en el futuro. Y le surgirá el espíritu del entrenador: lo ayudará a completar sus estudios y le dará unos tips para hacer más feliz a una mujer. Pero la pudrió y lo fletó, porque en realidad no quiere ocuparse de esas cosas y prefiere un hombre que ya tenga esos temas resueltos.

· Finalmente apostará a uno nuevo, que tuvo una entrenadora antes y no fue tan eficiente como podría haberlo sido ella. Él es un machista a conveniencia: goza de los beneficios de la pseudo liberación femenina, pero también quiere a la mujer de antes, y como hombre aporta poco. Este al menos terminó sus estudios y tiene un trabajo aparentemente prometedor, pero huye al compromiso y tiene menos romanticismo que el Yeti. Ella practica la tolerancia y pacientemente le inculca el romanticismo, lo ayuda con su ropa y sus menesteres habituales, convirtiéndolo en un hombre más agradable para una mujer. Pero nuevamente se cansó y lo mandó a volar, dejándoselo a la que sigue en la lista, ávida de entrenarlo a su manera.

Y así comienza un período cíclico de entrenamientos y abandonos por un nuevo hombre con potencial pero que necesita ajustes. Toda mujer es entrenadora, y a diferencia del Coco, no se hace famosa ni acaudalada por ello, pero sí coincide en que si falla, será condenada. A medida que pasa el tiempo más y más pretende, y supone que el hombre que la acompañe debería saber de antemano qué es lo que ella necesita.

¿Vale la pena este proceso de entrenamiento constante? Quizás sería mejor aceptarlos como son y pasar del rol de entrenadora al de mujer, ¿O es que el hecho de ser mujer implica necesariamente el rol de entrenadora?. El hombre es más simple, no se esmera en entrenar, no exige, no se fija en esas trivialidades, sólo quiere estar en armonía. Tristemente, por más que la mujer lo intente, está en su naturaleza, y seguirá entrenando por siempre, con la lucha interna de dejar de hacerse mala sangre ella y al mismo tiempo dejar ser al otro.

27 de julio de 2007

DR. AMOR

Érase un día de pleno invierno, con temperatura cercana a los 0º. Una chica que araña los 30 años sintió un malestar en su garganta y concurrió a la guardia de la clínica más cercana, un lugar de renombre donde deberían encontrarse profesionales calificados.

Luego de registrarse, fue llamada por un médico que promediaría los 35 años, y a partir de ese momento comenzó a vivir una de las tantas situaciones que los hombres hacen padecer a las mujeres que rondan la tercera década:

La consulta comenzó normal, el médico preguntó cuál era el malestar y continuó con el interrogatorio de rutina: “Sos alérgica a algo, fumás, bebés en exceso, diabetes, operaciones, etc… y el disparador de la tragedia: “¿TOMÁS ALGÚN MEDICAMENTO?.”

Paciente: “Sí, tengo tal problema desde hace varios meses y estoy haciendo un tratamiento prolongado, tomo tal y cual remedio por día. El tema es que, por la medicación, estoy como inmune a los antibióticos, entonces hace unos meses tuve una faringitis y me tuvieron que dar una dosis más potente que la habitual. Ah, y también tomo anticonceptivos.”

El Dr. asiente y continúa con otras preguntas no relevantes, y luego procede a examinar a su paciente. Mientras está con el estetoscopio:

Dr. Amor: ¿Hace cuánto tomás anticonceptivos?
P: “1 año y medio”
Dr. A: “Ah, bastante” (QUÉ BASTANTE, PEDAZO DE ZOQUETE! HAY MUJERES QUE LOS TOMAN POR AÑOS Y AÑOS, EN TODO CASO ESO LO DETERMINARÁ EL GINECÓLOGO Y NO VOS)
P: “Es que tengo un pequeño pólipo en el endometrio, y los anticonceptivos me lo controlan para no operarlo, así que no puedo dejarlos” (Y ADEMÁS, CUIDARSE ES QUERERSE, DESPUÉS VIENEN CRÍOS AL MUNDO COMO MÁQUINA DE HACER CHORIZO. TODO A SU DEBIDO TIEMPO.)



Hasta ahí era un comentario aislado, pero ávido de expresar todos sus pensamientos, el Dr. Amor continuó:

Dr. A: “Estás segura que tenés `X` edad?”
P: (Ingenua e ilusionada) “Sí, parezco de menos, ¿no?”
Dr. A: “Porque para tener esta edad estás hecha bolsa” (LO WHAT??? QUIÉN PIDIÓ TU APRECIACIÓN, BASURA POCO ÉTICA, DEDICATE A DAR LA CURA, NO A ENFERMAR MÁS AL PACIENTE)
P:

Luego de la examinación, el Dr. le receta los medicamentos correspondientes aclarándole que el novio estaría muy feliz de que ella finalmente se quedara disfónica por unos días; y sediento de continuar con su tortura verbal, antes de despacharla, agrega:

Dr. A: “Cuidá a tu muñeco, porque así como estás, este es tu último tren” (LO WHAT X 2????? ¿QUIÉN TE CREEÉS QUE SOS, EL DR. AMOR?, ¿QUIÉN NECESITA TU PRECARIO CONSEJO?¿QUÉ TE IMPORTA SI SE LE VA EL TREN O NO?, A VOS SE TE FUE EL TREN DE LA CORDURA Y PARECE QUE NADIE TE LO COMUNICÓ)
P: (Estupefacta) “Estas pestes me las agarré desde que estoy con este muñeco, así que, en todo caso, sería hora de cambiar al muñeco…” (OBVIAMENTE NO POR VOS, QUE TENÉS COMO 40 AÑOS Y PENSÁS COMO UN ORANGUTÁN)
Dr. A: “Chau, que te mejores”
P: (Piensa: “Se Se Se… Que te garúe finito”)

A todo esto, ¿Dónde quedó la ética profesional? ¿Por qué una mujer tiene que aguantar estas cosas de un médico y de la sociedad en general? ¿Acaso a los 30 la mujer pasa a estar caduca? Nos llaman el sexo débil, y en realidad no saben la fortaleza interior que hay que tener para soportar estos y otros tantos desplantes que recibimos día a día. No se dan una idea.

8 de marzo de 2007

MACHO MENOS

Hoy, 8 de marzo, conmemoración del día internacional de la mujer, ¿Los otros 364 días del año son el día del hombre?¿Por qué no hay día del hombre?¿O acaso él no lo necesita porque es bien macho y no festeja esas pavadas? Está claro que el posteo que nos convoca será feminista, hago la salvedad desde el principio, antes de que alguien esboce palabra o línea alguna.

Desde hace un par de décadas, las relaciones entre hombres y mujeres vienen sufriendo modificaciones. Gran parte de estos cambios se deben a cuestiones sabidas respecto a la mal llamada “liberación femenina”: mayor acceso de la mujer a puestos laborales (en general con menor salario que un hombre en el mismo puesto), voto femenino, la posibilidad del divorcio, pastilla anticonceptiva, etc.. Quizás la más significativa es que la mujer tiene un campo mucho más amplio que antes para poder independizarse económicamente, y eso le permite disponer del su dinero a su antojo sin dar muchas explicaciones.


Las mujeres proclamaron la igualdad entre los sexos y unos cuantos hombres parecen habérselo tomado muy a pecho. Cualquier acto de poca “hombría” que cometen es automáticamente justificado bajo la frase “y bueno, uds. querían igualdad, acá la tienen”. Entonces el tipo puede comportarse como un bastardo y vos tenés que comértela por “la igualdad”, pero no es así.

Igualdad entre los sexos no es una frase absoluta, significa que en algunos aspectos era necesario que la mujer puediese acceder a los mismos beneficios que el hombre; entonces no magnifiquemos los tantos, las mujeres no dejan de ser mujeres, y los hombres no dejan de ser hombres, somos diferentes y siempre será así.

Si el tipo no es caballero, atento, no te hace regalos, no te cuida y no te invita ni un helado, no es que tiene mentalidad moderna, es que es un sátrapa. No nos engañemos, chicas, es como si nosotras anduviéramos por ahí tirando escupitajos, dejáramos de depilarnos, de ponernos linda ropa interior, o cualquier cosa de índole femenina sólo “por la igualdad de sexos”. Si hacen eso, después me cuentan qué opina el macho de turno que tienen.

Es pura injusticia, la mujer indirectamente sigue condenanda a las tareas hogareñas, pero además tiene que trabajar, ocuparse de los críos, de la mascota, de sus padres ancianos, de estar divina y encima tener algún tiempo para realizarse independientemente. Mientras, el tipo llega de trabajar, se pone a mirar la tv, juguetea con los hijos y los altera, regaña con la mascota y quizás te ayuda en alguna tarea mínima para que no le pongas cara de perro; siempre y cuando no esté haciendo alguna actividad con los amigotes y llegue a la hora del coño.

Entonces, el hombre exige, y él ¿Qué nos ofrece? Ni siquiera cumple con su rol masculino porque… queremos igualdad de sexos!!!! Eso, acá y en la galaxia más remota, no tiene justificación. Mujeres: feliz día y que nos sea leve, porque lo que está por venir parece ser peor.

16 de febrero de 2007

AMOR INTELIGENTE

Llevar una pareja adelante tratando de compatibilizar las personalidades de ambos integrantes es algo bastante complicado, sobre todo en los primeros momentos, en los que cada uno se está acomodando a las gracias del otro.

El otro, y una misma también, suele incurrir en algunos errores, que con el paso del tiempo sabe que no debe hacerlos, y automáticamente pasa a lo que algunos denominan “Amor Inteligente” (AI). Se trata de utilizar esos atajos que parecen garantizar una pareja más feliz.



La cuestión es ¿Cuándo se hace uso y abuso del AI?¿Cuándo el AI roza la mentira?. Veamos algunos casos a modo de ejemplificación para intentar determinarlo:

  • ENFERMEDAD: Te enfermaste, el matasanos decretó 72 hs. de reposo, y terminaste postrada en tu cama convertida en una especie de lechuga. Como todavía no es el momento de compartir el lecho con tu hombre, cada uno vive en su casa. No sólo el otro imberbe no te va a “cuidar” por sus múltiples obligaciones de hombre adulto, sino que además ni siquiera se digna a llamarte aunque sea una vez al día para ver tu evolución. Conclusión: El tipo es un salame, no utilizó las bondades del AI y se le armó la rosca. A todo esto, vos, así de germenosa como estás, también tenés que andar preocupándote por un tipo poco atento.

  • FLORES: El hombre tiene una creencia arraigada en su cultura, de que él llega con un ramo de flores y la mujer se olvida de todos los trastornos que le ha generado. Pues no, señores, el recurso de la flor podría haber funcionado en los 50´s, pero en el 2000 mínimo aparecete con un reproductor de DVD, y aún así no se garantiza la conformidad de la dama. De hecho, el “factor Flor” tampoco debía resultar en los 50´s, sólo que la mujer se callaba porque el macho recalcitrante la mantenía y no podía andar haciéndose la rebelde por ahí.
    En este caso, aplicar el AI sería dejar las flores para un momento de plenitud conyugal y cuando se incurre en una trastada, simplemente se agacha la cabeza, se reconoce el error y se busca un método alternativo. De hecho, si el tipo hubiese aplicado el AI, directamente no tendría que andar vagando por las florerías para resarcir su error.

  • CONSENSO: Otro de los errores más comunes del mal uso del AI. El hombre experimentado en relaciones de pareja debería saber que, si emprende una relación estable, las cosas se consultan. Pero, como en ocasiones parece que sufriera de "amnesia", de repente te sale ese mismo día con que organizó un encuentro con su compañeros de trabajo y sus mujeres, y vos quedás supeditada a ir; si no vas sos una garca y si lo hacés tenés cara de perro y le amargás la noche. Cuando el tipo decide a mansalva cómo organiza las cuestiones, la dama se ofende y se arma (o no se arma, pero ella lo canaliza por otro lado y también vienen los problemas).

Hasta aquí hemos visto como el uso del AI puede hacer que una pareja sea medianamente armónica. Ahora, ¿Qué pasa cuando se abusa del AI? En ocasiones se pasa al terreno del engaño, ya que si al hombre, o a la mujer, no le surge hacer determinadas cosas, no tiene sentido que le haga creer al otro que sí le surgen. Simplemente queda en una tomarlas o dejarlas; si al tipo no le importa, ¿Qué sentido tiene seguir invirtiendo tiempo y energía en una relación dudosa? Es para pensarlo.