4 de mayo de 2006

EL SUPLENTE

El amor en algunas cuestiones es como las finanzas: hay épocas de vacas flacas, y otras de plata dulce. Entonces a veces no tenemos nada, nuestra vida parece ajena a los hombres y pensamos que quizás nos volvimos invisibles; y otras, tenemos dos tipos (o más) y no sabemos cómo ubicarlos en el fin de semana.

El inconveniente comienza cuando uno de esos nos gusta más, en realidad nos gusta tanto que automáticamente el otro (o los otros) se convierten en “El Suplente”.




El Titular nos partió la cabeza, no sabemos cómo pero así sucedió; y resulta que pensamos tanto en él, estamos tan pendientes, que todo lo que lo podamos verlo o hablar es poco. Encima te cuelga un fin de semana con alguna excusa poco comprensible, y tu ira es tan grande que enseguida caes en los brazos del Suplente.

Arreglás para salir temprano para tener más tiempo, como lo harías con el Titular, pero la cuestión es que a la media hora querés que se evapore, no lo aguantás, no parás de pensar en lo entretenida que sería la salida si en vez de ese nardo estuviera el Titular. Entonces no sabés de qué disfrazarte, porque todavía tienen entradas para el cine y reservaciones para cenar, y vos quisieras que te pasara un camión por encima y te dejara en estado vegetativo sólo para no tener que verlo más.

Nunca te pareció tan entretenida la opción de quedarte en tu casa viendo una película, no ves la hora de volver y ponerte tu pijama de ositos e irte a dormir a la 1 am. Lo peor es que chapás con el Suplente (como para que no todo esté perdido) y es como besar a un ladrillo, mientras pensás en lo que el Titular estará haciendo en ese momento y te querés tirar del último piso del Empire State.

Como conclusión final, una vez que lograste tomarte un taxi y volver a tu casa, diciéndole al Suplente que no es necesario que te acompañe, pensás qué carajo le viste al zapallo ese, si es un perdedor y es más feo que Jar Jar Binks en tanga.

Quizás ese es el momento de sincerarse y de reconocer que por más que una quiera, un clavo no saca a otro clavo, y que jugar con los sentimientos y el tiempo del Suplente no está bien. Al fin y al cabo, nos guste o no, la elección es clara: el Titular; y hay que ver cómo manejar eso sin utilizar a los demás que no tienen la culpa de que las cosas no funcionen como quisiéramos.

1 comentario:

JavierDM dijo...

Pero por qué el suplente te puede y te dejás ganar por sus ganas y empuje? Porque, como decimos los hombres, y seguramente hay suplentes femeninas que son así, "es gauchito". Eso sí, tiene la contra que puede hacer su mejor esfuerzo, pero nunca va a llegar a ser el titular.